A lo Carrie Bradshaw.

image

Cuando despertó, se sentía mucho más libre y limpia por dentro. Decidió que había llorado suficiente por un tiempo; que la tristeza sólo dura lo que cada uno le permita. Y ella, desde luego, no le iba a dejar pasear a sus anchas por su vida. Lavó el rastro de lágrimas negras en su rostro. Restauró el rímel de sus pestañas y se pintó los labios de rojo intenso, se puso toda su coquetería encima y, sintiéndose más poderosa de lo que se había sentido en mucho tiempo, se fue de compras. Por el camino, se comió un enorme helado. Porque así es como había aprendido a reconstruir su corazón roto: a base de tacones, maquillaje y sobredosis de azúcar. A lo Carrie Bradshaw. O a lo Bridget Jones. Qué más da.

Deja un comentario